La Integración: La Verdadera Razón de la Experiencia Psicodélica (y por qué la hemos olvidado)
Soy Jorge Elizondo, psicólogo transpersonal certificado en terapias psicodélicas y estratega en integración para quienes quieren transformar su vida desde la raíz.
Vivimos en una cultura que idolatra el instante del “breakthrough”: esa experiencia sublime en la que creemos haber visto la verdad última, donde sentimos que hemos dejado atrás el ego y todas nuestras limitaciones. Sin embargo, este momento de revelación, tan deseado y comercializado, no es el final del camino: es apenas el inicio de una invitación más profunda. La integración es el verdadero terreno donde se siembra la semilla de esa revelación para que pueda florecer en un cambio real y duradero en nuestra vida. Sin integración, el ”breakthrough” se convierte en un hermoso espejismo: inspirador, pero rápidamente desvanecido por la inercia de los viejos patrones.
Lo que nos falta entender es que la integración es el proceso que construye un puente entre lo vivido en estados expandidos de conciencia y las acciones cotidianas que definen nuestra existencia. Es en el regreso a nuestra rutina, cuando la emoción inicial se enfría, donde empieza la verdadera práctica de transformar pensamientos, emociones y comportamientos. Sin ese trabajo consciente, volvemos a los mismos bucles de sufrimiento que nos llevaron a buscar una experiencia psicodélica en primer lugar. Y ahí es donde la mayoría se pierde: en un abismo dónde confunden la liberación momentánea con transformación sostenida.
La integración también es una disciplina que nos enseña a ser humildes con el proceso: no se trata de alcanzar un estado perfecto de iluminación, sino de comprometernos con la tarea diaria de alinear lo que vimos con la forma en que vivimos. Exige que cultivemos la paciencia, la autocompasión y la claridad, sabiendo que las verdaderas raíces del cambio crecen lentamente y necesitan cuidado constante. Así, la integración se convierte en el arte de recordar, día tras día, quiénes somos realmente y cómo queremos estar en el mundo y experimentarlo.
Por eso, cuando hacemos de la integración el centro de nuestro trabajo psicodélico, cambiamos la narrativa: no se trata de acumular experiencias extraordinarias, sino de convertir cada una en un paso hacia un estado más genuino de amor, presencia y propósito. La integración se vuelve entonces la razón misma por la que emprendemos el viaje, el corazón que da sentido y dirección a la exploración. Solo así la experiencia deja de ser un escape y se convierte en un verdadero motor de evolución interior.
Historias que nos recuerdan el poder de integrar juntos
Las voces de los participantes son un recordatorio desgarrador y esperanzador de lo que significa compartir:
“Ser apreciado por el grupo al compartir se vivió como una afirmación profunda: hizo que los participantes se sintieran vistos, validados y motivados a continuar su proceso de integración.” —Hallazgo colectivo del estudio.
💬 Eric, veterano y líder natural del grupo, relató cómo una experiencia desafiante con psilocibina lo dejó atrapado en la ira, reviviendo traumas no resueltos de su servicio militar. Se encontró dominado por el enojo durante semanas después del viaje, sintiendo que había fracasado en su intento de sanar. Fue solo gracias al apoyo constante del grupo que comenzó a explorar la raíz de su rabia y entendió que podía elegir caminar lejos de ella. Compartir semana tras semana lo ayudó a reflexionar, encontrar compasión por sí mismo y descubrir que no estaba solo en su lucha. Hoy, Eric comparte este aprendizaje con nuevos miembros del grupo, convirtiéndose en un ejemplo viviente de la capacidad de transformar la ira en conciencia y elegir desde un lugar de libertad interior.
“A través del grupo aprendí que está bien estar enojado… que puedo elegir dejar ir el enojo. Sin el grupo no habría llegado a esa realización.”
💬 Molly, quien creció evitando cualquier sustancia por miedo y creencias familiares, encontró en la psilocibina y el grupo un camino para empoderarse y salir de su caparazón. Al principio, compartir le resultaba incómodo, pero cada vez que expresaba su experiencia, sentía cómo se fortalecía su confianza. Con el tiempo, Molly se convirtió en una voz inspiradora para otros, relatando cómo logró salir de su aislamiento y construir relaciones auténticas en su vida cotidiana. Hoy vive con mayor apertura y valentía para mostrarse tal como es.
“Compartir mi historia cada semana me hizo sentirme más fuerte y auténtica. Gracias al grupo, mi mundo social se expandió. Tener experiencias es asombroso y profundo; compartirlas en voz alta las lleva a otro nivel, porque es cuando realmente las reconoces para ti misma.”
💬 Jamie, madre soltera que enfrentó pobreza y abuso, llegó al grupo cargada de desconfianza y dolor acumulado. Al encontrar un espacio donde pudo hablar sin miedo ni juicio, comenzó a sanar heridas que creía imposibles de cerrar. La comunidad le mostró que no estaba rota ni sola, y que podía reconstruir su capacidad de amar. Jamie describe cómo compartir sus historias y escuchar las de otros reavivó su esperanza en la posibilidad de una vida plena y conectada.
“Este grupo ha plantado semillas que quiero seguir regando siempre. Este grupo me ayudó a continuar mi búsqueda de crecimiento, espiritualidad y aceptación. Aquí encontré esperanza y amor… Aquí aprendí a amarme a mí misma y a confiar de nuevo.”
💬 Kate, ex pastora que atravesó una crisis espiritual y depresión severa, sintió que su identidad se derrumbaba al perder la fe. Al llegar al grupo, descubrió que podía encontrar un espacio espiritual sin las dinámicas tóxicas que la habían herido. Compartir su proceso la ayudó a resignificar su relación con la espiritualidad y a recuperar propósito. Ver a otros sanando junto a ella la inspiró a volver a creer en su valor y en la posibilidad de reconstruir una vida significativa.
“El grupo fue como todo lo bueno que amaba de la iglesia… sin lo dañino. Me dio esperanza de que podía volver a encontrar alegría. Vi a otros transformarse y pensé: ‘quizá eso podría ser yo’.”
💬 Richard, que vivía con dolor crónico y recibió un diagnóstico tardío de autismo, había pasado años en aislamiento emocional. Descubrió en el grupo un lugar donde sus necesidades de conexión eran respetadas y nutridas, lo que lo llevó a manejar hasta cuatro horas para no perderse una sesión. Gracias al acompañamiento del grupo, pudo reconocer patrones de autosabotaje y empezó a cultivar hábitos que le permitieron abrirse a nuevas relaciones en su vida diaria.
“En este grupo encontré la conexión que había estado buscando toda mi vida. Aquí soy aceptado como soy. Por eso, manejaba horas solo para estar aquí cada semana.”
Estas voces muestran el recorrido emocional de cada participante vivió y reflejan cómo el grupo no solo facilitó la integración, sino que también les ofreció un sentido profundo de pertenencia y esperanza.
Más información relevante del estudio sobre apreciación:
El artículo subraya que la apreciación grupal se experimentó como un catalizador emocional, transformando la vergüenza o el aislamiento en un sentido de pertenencia.
La apreciación colectiva también sirvió como refuerzo positivo: cuando alguien compartía una experiencia difícil, escuchar palabras de aliento y reconocimiento ayudaba a consolidar la lección y mantener el compromiso con la integración.
Según el estudio, para varios participantes, la sensación de ser apreciados era más valiosa que la propia experiencia psicodélica, porque fortalecía su motivación y confianza en el proceso.
La autora destaca que la apreciación grupal no es pasiva: implica un intercambio activo que normaliza la vulnerabilidad y convierte cada relato en aprendizaje colectivo.
Referencia del estudio: Community-based psychedelic integration and social efficacy: An ethnographic study in the Southeastern United States (2024)
La apreciación colectiva: El motor de la solidaridad en la integración
Una de las revelaciones más poderosas del estudio es cómo la apreciación grupal de la experiencia de cada persona fortalece el proceso de integración y siembra un terreno fértil de solidaridad. Al compartir sus vivencias en el grupo, los participantes no solo reciben escucha pasiva, sino un reflejo activo de amor, respeto y validación que transforma la forma en que interpretan su propia historia. La mirada compasiva del grupo devuelve dignidad a lo que pudo sentirse vergonzoso o confuso, ayudando a resignificar incluso las partes más difíciles del viaje.
Esta apreciación grupal es más que un gesto: es un acto de co-creación de significado que multiplica el impacto de cada experiencia. Al celebrar los avances de los demás, cada miembro del grupo reconoce también sus propias posibilidades de cambio, construyendo un ambiente de esperanza compartida. Este intercambio transforma la experiencia de cada uno en un aprendizaje colectivo, donde todos crecen juntos. Como afirma el estudio, “compartir en voz alta con un grupo lleva la experiencia a otro nivel de reconocimiento interno y social.”
Además, la apreciación fomenta un sentido de reciprocidad: cuando una persona se siente vista, escuchada y comprendida, surge un deseo natural de ofrecer ese mismo apoyo a otros. Así, se teje una red de solidaridad que trasciende la sesión de integración y permea la vida cotidiana, recordando a cada participante que no está solo en su proceso. Como lo expresó Natasha en el estudio: “Aquí siento una familia elegida, donde hemos decidido caminar de la mano.”
La apreciación grupal también nutre la resiliencia comunitaria: cuando uno cae, los demás ofrecen su sostén; cuando uno avanza, todos celebran. Este proceso fortalece la cohesión del grupo y convierte cada historia individual en un recordatorio vivo de que el cambio es posible. Así, la apreciación deja de ser un simple acto de cortesía para convertirse en una fuerza colectiva de transformación, que sana heridas, inspira valentía y mantiene viva la llama del compromiso con la integración.
¿Por qué la comunidad es clave para la integración?
La comunidad no es solo un lugar donde se verbaliza lo vivido; es un espacio donde la experiencia se vuelve más real, más tangible y más fácil de sostener. Es en el acto de compartir donde los insights encuentran eco, se enriquecen con otras perspectivas y se convierten en aprendizajes colectivos. Este proceso, como afirma el estudio, es esencial para que los cambios emocionales y cognitivos persistan en el tiempo.
Además, la comunidad ofrece un recordatorio constante de que no estamos solos: cuando los viejos patrones amenazan con regresarnos al lugar donde empezamos, la comunidad nos refleja nuestra capacidad de cambio. Nos recuerda lo que hemos logrado y nos anima a seguir caminando cuando nos sentimos perdidos o desanimados. Sin este sostén, la fuerza del insight se debilita y se pierde en el ruido de la vida rutinaria de nuestra cotidianidad.
Otro aspecto vital es que en la comunidad aprendemos a practicar la vulnerabilidad: a nombrar lo que nos avergüenza, a compartir lo que nos duele y a celebrar lo que nos sana. Esta práctica fortalece nuestra resiliencia y nos entrena en la apertura, habilidades necesarias para navegar la complejidad de cualquier proceso de transformación. En comunidad, aprendemos que ser visto en nuestra humanidad es un acto liberador.
Finalmente, la comunidad ofrece un espacio donde los miedos se disuelven en la calidez del grupo. Cuando descubrimos que nuestras sombras no nos hacen indignos de amor, sino merecedores de compasión, la integración se convierte en un camino de autenticidad. La comunidad, entonces, no solo ayuda a sostener el cambio, sino que lo potencia, porque el amor colectivo es el mejor abono para cualquier proceso de evolución personal.
Si todo esto resuena contigo y anhelas un espacio donde la integración sea guiada, sostenida y celebrada, te invito a unirte a Rootmind. No somos solo una comunidad de apoyo: somos tu guía profesional, tu acompañamiento constante, un currículum educativo y workshops diseñados para que avances con pasos firmes en tu evolución. Haz click aquí para saber más.
¿Por qué urge revalorizar la integración (y cómo podemos hacerlo)?
La cultura actual sigue atrapada en la inmediatez: buscamos experiencias que nos prometan liberación rápida, pero huimos del trabajo lento que la integración requiere, lo rutinario y repetitivo o de integrarnos a un mundo/cultura/sociedad/entorno que, en un principio nos llevo a buscar estas experiencias. Este desequilibrio se ve amplificado por el mercado emergente de los psicodélicos, que enfoca su publicidad en la promesa del “breakthrough” como solución mágica. Sin embargo, como evidencia el estudio, sin integración, el “breakthrough” es un fuego fugaz que deja cenizas, no raíces.
“La integración es el punto ciego de la cultura psicodélica moderna.” -Jorge Elizondo
La desesperación del mundo buscan el destello y en la obsesión por el “breakthrough” , confundimos intensidad con efectividad y olvidamos que el verdadero cambio se mide en la vida cotidiana. ¿Estamos más presentes? ¿Amamos mejor? ¿Actuamos con mayor calma? Sin integración, la respuesta suele ser no.
Revalorizar la integración significa cambiar el paradigma: pasar de la obsesión con el momento espectacular a honrar el proceso sostenido que hace que ese momento se convierta en una vida más consciente y plena. Significa aceptar que la integración es un camino de humildad: un regreso al cuerpo, a las relaciones y a los hábitos rutinarios y repetitivos que debemos transformar con paciencia. Es elegir la práctica diaria por encima del éxtasis instantáneo.
Para lograrlo, necesitamos construir narrativas que celebren la integración como el verdadero objetivo de cualquier experiencia psicodélica. Ya es hora de dejar de postponerla como un extra y reconocerla como el corazón palpitante del camino de la conciencia. Este cambio cultural requiere educación, espacios seguros y el compromiso de líderes, terapeutas y comunidades que modelen con su ejemplo el poder de vivir integrados.
Como advirtió Gabor Maté: “No importa qué tan profundo sea tu viaje, si al volver no sabes cómo relacionarte contigo mismo y con los demás, nada cambiará.” La integración no es opcional: es la única vía para transformar revelaciones en resultados. Si no revalorizamos la integración, corremos el riesgo de perpetuar el ciclo de buscar escapes sin transformación real. Al darle su lugar central, en cambio, convertimos la experiencia psicodélica en una poderosa aliada para la sanación individual y colectiva, construyendo vidas y comunidades más libres, conscientes y amorosas.
Stephen Buhner, maestro de etnobotánica y conciencia dice que: “La integración es el arte de caminar el mundo ordinario con el corazón abierto por lo extraordinario.” Esta práctica exige compromiso, humildad y valentía para abrazar la vida con todas sus contradicciones.
Quienes facilitamos, participamos o compartimos espacios psicodélicos debemos honrar la vulnerabilidad del proceso porque tenemos una responsabilidad ética. No podemos permitir que la integración sea una nota al pie; debe ser el eje de cualquier acompañamiento serio. Este cambio cultural es urgente si queremos que los psicodélicos sean herramientas de sanación real, no solo puertas a experiencias que se esfuman.
🌑 Expectativas y el abismo: La trampa invisible del breakthrough
En los espacios de sanación, solemos hablar del viaje psicodélico como un puente hacia lo extraordinario: la gran visión, el ego death épico, el instante que promete arreglarlo todo. Sin embargo, detrás de esa expectativa late una tensión que pocos se atreven a nombrar: la presión casi obsesiva por vivir “algo grande” que justifique nuestra búsqueda. Esa presión, alimentada por una cultura que venera lo inmediato y lo espectacular, es una trampa que puede vaciar de sentido la experiencia misma.
Durante una sesión reciente, exploramos cómo esta expectativa puede volverse un verdugo silencioso. Un cliente compartió con honestidad brutal:
“Llegué con toda esta carga de que la medicina tenía que mostrarme el universo… y cuando no pasó, sentí que había fracasado, me sentí desilusionado.”
A lo cuál añadí:
“Es como si el mito del breakthrough nos vendiera que la única experiencia valiosa es la que nos revienta la mente. Pero la verdadera transformación suele estar en el regreso, en el proceso de integrar lo que surge, aunque sea pequeño, no tanto en lo que vemos.”
En ese momento comprendió que la expectativa es como un hilo delgado: nos mantiene tensos, al borde del juicio propio, creyendo que si el viaje no es cinematográfico, no vale. Y sin embargo, lo que más necesitamos no es una explosión de fuegos artificiales, sino aprender a quedarnos presentes con lo que realmente aparece, aunque sea silencio, incomodidad o vacío.
Y en esos momentos uno se debe preguntar:
¿Y si la decepción que sentimos cuando la experiencia no cumple nuestras fantasías es, en realidad, la medicina que necesitábamos y nos está confirmando nuestra insatisfacción?
¿Y si el abismo que tanto tememos no es un vacío a conquistar, sino un espacio fértil para acompañar nuestra humanidad más profunda?
Otro cliente compartió algo conmovedor:
“Pensé que nada había pasado, pero luego entendí que todo el viaje fue enseñarme a quedarme conmigo, sin escapar.”
Ese momento cambió la atmósfera de la relación en el acompañamiento. Se disolvió el peso de la expectativa y surgió una certeza compartida:
La expectativa es una cuerda floja que nos desequilibra; la presencia es una red que nos sostiene. El abismo no es ausencia, sino un útero donde algo nuevo puede gestarse. No responde al esfuerzo por forzar un milagro, sino a la entrega para escuchar lo que la vida realmente trae.
Una cruda realidad es que existe una gran desesperación, más la crisis de salud mental que alimentan el consumo compulsivo de experiencias. Y con ello quiero ofrecerte un antídoto: un llamado a abrazar la humildad de la presencia y reconocer que la verdadera magia surge cuando dejamos de perseguir expectativas y aprendemos a acompañar lo que somos, momento a momento.
🌊 El consumismo espiritual: cuando la búsqueda se vuelve un producto
Vivimos en una paradoja brutal: anhelamos lo sagrado, pero lo buscamos con la mentalidad de consumidores. No es solo que compremos más cosas: hemos sido programados para encontrar valor únicamente en lo nuevo, en lo inmediato, en lo que promete gratificación instantánea. Esta mentalidad se infiltra en el mundo psicodélico como un virus: saltamos de ceremonia en ceremonia buscando el próximo gran “breakthrough”, olvidando que la verdadera revolución sucede cuando integramos lo que ya vivimos. Consumimos experiencias como quien acumula objetos como fast fashion, sin detenernos a digerirlas ni a honrar su significado.
La pregunta que debemos hacernos no es “¿qué más necesito experimentar?”, sino “¿qué estoy haciendo con lo que ya he recibido?”. Porque si no transformamos los insights en acciones, estamos atrapados en el mismo patrón de consumo que nos vacía: un ciclo de búsqueda incesante que nunca llena el vacío. Revalorizar la integración es rebelarnos contra el condicionamiento que nos dice que la solución está afuera, en lo próximo, en lo más espectacular; es elegir invertir tiempo en procesos, comunidades y prácticas que sostengan el cambio desde adentro.
El documental Buy Now: The Shopping Conspiracy revela cómo hemos sido condicionados para medir nuestro valor por la novedad y la inmediatez, mientras el documental El Negocio de la Espiritualidad en EE. UU.: Gurús, Chamanes y Fraudes expone cómo esta lógica consumista ha contaminado la espiritualidad misma. En una América desesperada por significado, gurús, chamanes y supuestos sanadores se han convertido en celebridades espirituales que capitalizan nuestras heridas y vacíos. Figuras como Unicole, que asegura ser enviada por extraterrestres para fundar una religión, o el chamán Durek, que cobra casi 1.000 dólares por hora por sus sesiones, encarnan una industria que transforma el despertar espiritual en espectáculo y mercancía.
Peor aún, la línea entre un guía genuino y un estafador es cada vez más borrosa, como lo muestra el caso de James Arthur Ray, quien volvió al circuito espiritual en Las Vegas tras cumplir condena por la muerte de tres personas durante una ceremonia negligente. Estos ejemplos evidencian cómo la industria espiritual moderna alimenta la ilusión de que la salvación está en la siguiente ceremonia o lectura de cartas, perpetuando la ansiedad por consumir experiencias sin integrarlas realmente.
Cuando priorizamos la integración sobre la acumulación de ceremonias, dejamos de ser consumidores de experiencias y nos convertimos en artesanos de nuestro propio despertar. Solo así dejamos de ser arrastrados por la corriente del consumismo espiritual y empezamos a caminar el camino de la conciencia con autenticidad y propósito. Y es que el problema no radica en las experiencias, si no en tu falta de querer integrarla, por qué solo con integración tienen valor.
Referencia: Ver documental completo
La sombra del boom psicodélico: Cuando la búsqueda se vuelve riesgo mortal
En medio de la fascinación por el potencial sanador de los psicodélicos, hay una verdad incómoda que pocos quieren ver: no todas las experiencias conducen a la claridad o la sanación, y en el mercado espiritual moderno, lo barato puede salir peligrosamente caro.
Movimientos que prometen bienestar a toda costa pueden ser más tóxicos que el propio trauma que buscan sanar, y ciertos grupos o facilitadores sin ética ni formación adecuada han conducido a personas a la desesperación e incluso al suicidio. La sombra psicodélica no es una metáfora: es un conjunto de malas prácticas, sectarismo y dinámicas de abuso que se esconden detrás de ceremonias de bufo, ayahuasca y otros enteógenos mal gestionados.
Este excepcionalismo psicodélico, donde solo se habla de lo positivo y se glorifica el “viaje”, es un espejismo peligroso. Ignorar las malas experiencias, las muertes en sectas de ayahuasca, el abuso sexual documentado en entornos chamánicos, los casos de intoxicaciones graves y las consecuencias psicológicas devastadoras es un acto de irresponsabilidad que perpetúa la ilusión de que los psicodélicos son “seguros por naturaleza”.
La desesperación por una experiencia exprés, más económica y supuestamente “milagrosa”, lleva a muchas personas a saltar a lo primero que encuentran, sin información ni preparación. Ahí es donde lo que parecía una oportunidad de sanación puede convertirse en el peor error de sus vidas.
No se trata de infundir miedo gratuito, sino de ponerlo al servicio de la conciencia: la búsqueda espiritual requiere discernimiento, responsabilidad y preparación. Porque el verdadero costo de lo barato, cuando hablamos de la mente y el alma, puede ser la pérdida misma de la estabilidad, la dignidad o incluso la vida.
¿Qué necesitamos para cambiar esto?
Necesitamos espacios seguros y profesionales donde las personas puedan vivir, compartir y procesar sus experiencias sin miedo al estigma o lo que pueda pasar. Informarlos bien de los riesgos, de la importancia de la preparación y explicarles de lo que conlleva la integración, que realmente lo comprendan antes de decidir involucrarse en un camino de conciencia, de luces y de sombras.
Debemos también fomentar una cultura de acompañamiento compasivo donde terapeutas, facilitadores y líderes comunitarios reconozcan la integración como un proceso a largo plazo, que va mucho más allá de un par de sesiones de seguimiento. Como decía el psicólogo transpersonal Ralph Metzner:
“La integración no es una técnica, sino un compromiso continuo con la transformación que inicia el viaje.”
Necesitamos profesionales formados y con conciencia para sostener este proceso. Asimismo, es urgente promover educación y de calidad sobre integración, desmontando mitos y ofreciendo herramientas prácticas que ayuden a las personas a llevar sus insights al cuerpo, la mente y sus relaciones. Esto incluye enseñar sobre autocompasión, regulación emocional, cambio de hábitos, estrategias de organización y gestión, y prácticas como meditación, journaling y diálogo en comunidad.
Por último, debemos inspirar una nueva narrativa social que celebre la integración como el corazón del viaje psicodélico. Esto significa cambiar el marketing, los mensajes en redes y los discursos públicos para dejar de glorificar solo el “peak experience” y comenzar a honrar el arte de hacer consciente lo inconsciente, día tras día.
El llamado final: integra para vivir, no para acumular experiencias
La integración es la brújula que convierte un viaje psicodélico en un camino de autoconocimiento, crecimiento y amor consciente. Sin integración, la experiencia se convierte en un recuerdo lejano; con integración, se transforma en una práctica viva que nos reinventa momento a momento. Como dijo Stanislav Grof, pionero de la psicología transpersonal: “No es lo que encuentras en el viaje lo que importa, sino lo que haces con ello cuando regresas.”
No busques solo coleccionar experiencias que alimenten el ego espiritual; busca cultivar la capacidad de vivir con más presencia, autenticidad y compasión. Permítete integrar lo que ves en los estados expandidos en tu vida diaria: en tus conversaciones, tus decisiones, tus relaciones y tu cuidado personal. Es ahí donde la magia se convierte en cambio.
Recuerda que la integración es un acto de amor propio y colectivo: cuando sanas e integras, te conviertes en una fuente de claridad para los demás. Como bien dijo Jack Kornfield: “Después del éxtasis, los trastes.” Es en lo ordinario donde la conciencia se prueba y la verdadera transformación se hace tangible.
Hoy, más que nunca, el mundo necesita personas que no solo busquen liberarse, sino que también se comprometan a integrar y encarnar la libertad. Porque la integración no es el final del viaje, sino el principio de una nueva forma de vivir: más plena, más sabia y más conectada.
Con gratitud,
Jorge Elizondo | Rootmind
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